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El ser humano ha empleado durante milenios a los caballos para la guerra, probablemente desde su domesticación. El caballo ha sido entrenado especialmente para varios usos militares, incluyendo batallas, combates individuales, reconocimiento, transporte y abastecimiento. El término caballo de batalla hace alusión a los caballos que son utilizados para la lucha, ya sea como caballería en un enfrentamiento o en un combate individual. El caballo de batalla más conocido era el destrier, empleado por los caballeros de la Edad Media. No obstante, incluso los caballos utilizados para otros propósitos que no fueran el combate directo tenían un papel sumamente importante en el éxito de los enfrentamientos militares. En el mundo moderno, aún existen usos para los caballos dentro de la milicia.
Un principio fundamental a lo largo de la historia de la bélica caballeresca ha sido el tipo de uso que se daba a los caballos. Partiendo de esto, la clase de caballo que se utilizaba a la hora de combatir dependía de las necesidades del momento. En el combate existía un equilibrio entre la velocidad y la protección, y la adición de peso llevaba consigo una reducción de la velocidad, tal como se puede observar hoy en día en la hípica. A pesar de ello, cada soldado requería un cierto grado de protección contra los enemigos, ya que una excesiva ligereza armamentística podría resultar fatal en situaciones de peligro. A la hora de combatir, a pesar de la consiguiente reducción de velocidad, se consideraba más importante la protección de los soldados.
El caballo utilizado en la guerra varía de tamaño en función del empleo que se le dé, el tipo de soldado que porte y la distancia que tenía que cubrir. Un caballo medio puede transportar aproximadamente el 25 % de su peso corporal.[1][2] El peso portado por el caballo también afecta a su resistencia. En algunas culturas, los guerreros iban a la guerra montados en caballos ligeros y a la hora de combatir, cuando vestían armaduras pesadas, pasaban a un caballo más pesado.
El caballo empleado para arrastrar vehículos también ha variado de tamaño. Cuando los vehículos que portaban se empleaban para comerciar se potenciaban la velocidad, el peso y la potencia en detrimento de la protección que cuando se empleaban para guerrear. Un par de caballos podían conducir un carro ligero que portaba a un conductor y a un soldado.[3] Por otra parte, los vagones de suministros y otros vehículos destinados al apoyo logístico requerían para su transporte un número superior de caballos, generalmente pesados.[4] Aunque todo caballo puede arrastrar un peso superior al que puede llevar montado, este peso varía en función de la anatomía de la bestia y la estructura del vehículo. Se deben tener en cuenta además otros factores, como ver si el vehículo posee ruedas o va simplemente arrastrado, y si se debe transportar por una carretera bien acondicionada o por un terreno más difícil.[5] En términos prácticos, un caballo pesado moderno que pese aproximadamente 910 kg puede tirar de entre 1,5 y 9 toneladas. De todas formas, estos cálculos pueden variar en razón de las condiciones del terreno y de otros factores.[5][6] Una yunta de dos caballos de carga modernos puede arrastrar 1800 kg en competiciones de arrastrar peso.[7][8] Sobre una carretera debidamente asfaltada un caballo puede arrastrar entre tres y ocho veces su peso.[5] La forma en que los caballos se unían al vehículo que arrastraban también ha influido en la cantidad de peso que podían transportar: un caballo unido a un carro a través de un collar podía arrastrar más peso que un buey atado a un yugo.[4]